Quiero escribir la crónica del partido de hoy y no sé por donde empezar.Estoy desolado, triste, deprimido.La imagen que ha dado hoy el equipo ha dejado muy mal sabor de boca, primero por que por momentos hemos vuelto a deambular por el césped, a jugar sin orden, sin sentido, pero también por que tengo la sensación de que a estas alturas, poco se puede cambiar ya.
Esto es lo que tenemos, lo que hay. Lo intentó Jiménez, lo probó Álvarez y ahora es Manzano el que tampoco da con la tecla. El jienense lleva ocho partidos ligueros, con un balance de 4 derrotas y 4 victorias.
El equipo no ha hecho una mala primera mitad. Ha estado junto, arropado, firme, seguro y así hemos sido por momentos dueños del encuentro, lo que nos ha servido para irnos al descanso con ventaja.
La segunda mitad en cambio, ha sido desastrosa. El Sevilla ha sido una caricatura de equipo, roto, sin orden, perdido. El Getafe ha dado un paso al frente y, sumando hombres en el centro del campo, ha desarbolado a este Sevilla que hoy nos ha dado de nuevo un disgusto enorme.
Al final, tirando más de casta y corazón, el equipo ha seguido intentado acercarse al rival, pero en una Liga como esta, la casta y el coraje no bastan.
Y si la imagen del equipo no era lo suficientemente penosa, sólo hacía falta mirar a la grada para quedarse todavía más chafado. Ver Nervión con menos de media entrada es algo doloroso. Nuestro estadio siempre ha presumido de un ambiente infernal, de animar al equipo “hasta la muerte” y de ahí el apodo de Bombonera de Nervión.
Hoy la Bombonera ha sido una caricatura de la que en el pasado impresionaba a sus rivales, un Estadio frio, sin alma.
Aunque pensándolo fríamente, hoy el Estadio ha sido el reflejo más fiel de lo que era el equipo sobre el césped de Nervión.