Dice el refrán «las cosas por la mañana cambian de color». Hoy, en cambio, los sevillistas de Barcelona hemos amanecido con la misma sensación con la que ayer, algunos un poco tarde, nos fuimos a dormir.
El inicio del partido, con un RSP lleno hasta la bandera y entonando el himno del Centenario que tanta envidia sana produce entre los aficionados al fútbol, respondió al guión inicial previsto. El Barça, con control de balón, y el Sevilla, con la línea defensiva muy atrás. Nuestro problema fue que el Barça jugó los mejores 35 minutos de la temporada y el Sevilla no pudo robar y salir a la contra, ni tampoco usar el juego directo, salvo en la jugada inicial (cosa ya habitual). Es decir, se perdían las señas de identidad del equipo y como consecuencia, un balón colocado al palo largo por Messi y una falta de Neymar que limpió la escuadra derecha de la portería de Sergio Rico ponía el 0-2.
Todo cambiaba cuando Banega, que parece resucitado para el fútbol de élite, se sacó un derechazo ante el que no pudo hacer nada el portero del Barça. Bravo!!!!
El 1-2 y el descanso dio alas para la esperanza. Y así fue. El Sevilla demostró «que nunca se rinde» y otra vez los cambios fueron decisivos. Tras varias ocasiones, en el tramo final del partido, un balón robado por la perla Reyes, con pase en profundidad para Aleix Vidal (vaya partidazo del noi de Valls) quien, generosamente, asistió a Kevin Gameiro, para que pusiera el empate. Oh la la!!!
Hubo tiempo para poco más. El árbitro pitó el final y la grada rindió homenaje a un sevillista que, por motivos de trabajo, ahora reside en Barcelona. Es el de Ivan Rakitic un caso similar al de muchos de nuestros peñistas. Uno di noi.