Otra vez

Otra vez llega uno a casa tras haber ido a la Peña a ver el partido de su Sevilla y vuelve a vivir situaciones familiares.

Al entrar te encuentras a tu mujer en el sofá de casa viendo la TV. Te mira, analiza , escanea tu cara y suelta la frase: ¿Otra vez?.

Sí, otra vez.

Y entonces te diriges a la habitación de los críos que ya duermen, les das un beso, les colocas bien la ropa de cama y, como el que no quiere, fuerzas que se despierten lo justo para que te vean la cara y te pregunten, ¿otra vez Papá?.

Sí, otra vez.

Y cuando ya has saludado a la familia, te vas a la habitación, te sientas en la cama antes de empezar a cambiarte la ropa de calle por algo más cómodo, y te estiras mirando al techo recordando cada una de las jugadas del partido que acabas de ver y, como si estuvieses en un sueño del que no quieres despertar, te preguntas, ¿lo hemos vuelto a hacer?.

Y la respuesta vuelve a ser la misma.

Sí, otra vez.

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Y lo malo es que sabes que esto desgraciadamente no puede durar toda la vida y piensas en cuando íbamos a jugar a Albacete, a Soria o al Camp d’Esports de Lleida pero es entonces cuando, a medio vestir, te sientas delante del ordenador, abres los principales portales deportivos y te das cuenta que no es un sueño, que lo que has vivido es la más bonita de las realidades y tu equipo lo ha vuelto a hacer.

Sí, otra vez.

Y ya son muchas veces.

Y lo mejor es que pueden ser más.

Y entonces te acuerdas de los que se reían de ti, de los que llevan gastado en equipaciones de otros equipos una fortuna, de esos que se agarran a un clavo ardiendo con tal de no verte feliz y piensas cómo lo deben estar pasando, ¡cuan grandes debes ser esas tragaderas!

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Y entonces piensas, ¿siempre que yo he pasado por ésto, ellos han pasado por eso?.

Y las respuesta vuelve a ser la misa.

Sí, otra vez.

Y las que les quedan.

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