Allí estábamos, sentados en el sofá viendo como cada minuto contaba, cada vez nos quedaban menos uñas que comer, menos voz para gritar…y de pronto, un chute, un gol y todos saltando, abrazandose, llorando, gritando de rabía contenida. Eso pasó ayer con el gol de Andresito Iniesta, se lo merece…pero mi mente no pudo más que transporstarse años atrás, esa sensación que ahora sentían mis amigos barcelonistas, la vivimos todos los sevillistas con nuestro querido Antonio Puerta.
Depués de la locura…una sonrisa complice, una añoranza y una envidia sana, ojalá pronto podamos vovler a soñar.
No te lo creerás, pero anoche cuando volvía del bar dónde vi el partido con mis amigos culés, iba pensando en este gol que también nos dio el pase a la final. Recordaba también el de Palop en Donestk, y pensaba en la suerte de haber vivido esas sensaciones.